Hoy vivimos en un mundo que camina muy rápido y siempre estamos ocupados, por eso es importante recordar que éxito no es tener una agenda muy llena, es disfrutar con nuestra familia un tiempo especial.
Creemos que somos útiles solo cuando estamos haciendo algo o pensamos que si no estamos haciendo algo “útil”, estamos perdiendo el tiempo. Olvidamos que jugar con nuestros hijos, y divertirnos como familia es lo que nos permite renovar fuerzas y nos acerca.
Vivir una vida acelerada es cautivante, y nos sentimos atraídos por experimentar ese estilo de vida, que nos confunde con ser importantes y exitosos.
El efecto más nocivo de vivir aceleradamente, es que no permite a la persona encontrarse con ella misma, no es consciente de su entorno, ni le ayuda a enfrentar sus miedos. Por otro lado, no le permite disfrutar a su familia a plenitud. Lo cierto es que, podría ser una ruta de escape para no relacionarnos ni con nosotros mismos ni con los demás. Mientras tengamos ocupaciones, eventos, reuniones y cosas que hacer, ilusoriamente no hará falta ningún elemento “humano” ni emocional profundo. Y eso nos incluye a nosotros mismos, al cónyuge, a los hijos y a todos los que están cerca.
Estar apresurado amenaza la posibilidad de conectarnos con nosotros mismos y con quienes nos rodean, y nos roba la posibilidad de tener una mejor calidad de vida. Lo cierto es que nada debería amenazar nuestra salud emocional, las relaciones vitales, ni las posibilidades de amar. La vida se puede disfrutar más si no andamos de prisa y tomamos tiempo para divertirnos con nuestra familia.
Hoy todo se hace más fácil, pero tenemos menos tiempo. Todo es más rápido, pero disfrutamos menos.
Vivimos con la meta de acelerar todo, lo cual se ha convertido en una lucha por hacer más en el menos tiempo posible, pero ¿qué queremos lograr? ¿Estamos mejorando nuestra calidad de vida? ¿Estamos pasando más tiempo con nuestros seres queridos? ¿Estamos construyendo recuerdos significativos? ¿Invertimos tiempo en comer más saludable? ¿Hacemos más ejercicio? ¿Contemplamos más lo que nos rodea? ¿Llevamos realmente una vida con sentido?
Uno de nuestros mayores enemigos es vivir apurados, lo que ha producido estrés, angustia, impaciencia, mal humor, enfermedades del corazón, presión alta, cansancio, y tensión en las relaciones.
Puede que hoy estemos tan ocupados que no tengamos ni tiempo para abrazar, besar, comer bien, ejercitarnos, descansar o reflexionar. Pero no seremos recompensados porque estuvimos muy ocupados, seremos premiados porque construimos recuerdos en la vida de las personas más importantes para nosotros, nuestra familia.
Bajar la velocidad no es fácil, porque nos gusta ir por el carril de alta velocidad. Tomemos acción para vivir con mayor calidad de vida. No existe calidad de vida en la prisa y la alta velocidad. Vivir de prisa solo produce cansancio, pero bajar el ritmo nos permite encontrarnos a nosotros mismo, y la sonrisa de nuestros hijos.
Ana me dijo al final de un taller: “Ofrecer un futuro cómodo es genial, pero regalar tiempo de calidad a nuestros hijos es simplemente maravilloso”.
Tomemos tiempo para leer un buen libro con los hijos, jugar en el patio, salir de campamento, o bien, ver una película en familia. No perdamos la capacidad de asombro, ello añade significado y genera conciencia de que existimos.
Tomemos tiempo para alimentarnos bien y comer despacio: mastiquemos 20 veces cada bocado; y por lo menos una vez al día, comamos en familia. Salgamos a caminar juntos, y si tienen una mascota no la deje en casa. Esos momentos son recordados y nos permiten tener diálogos espontáneos y amenos. Cuando nuestro perro Boby nos miraba con ropa deportiva sabía que íbamos a caminar, su emoción era tan intensa que no podía esperar a que la puerta de abriera para correr. Eso era mágico, porque su alegría nos contagiaba. Boby murió hace un tiempo y aun hablamos de las caminatas por el barrio con nuestro perro.
Invierta tiempo en leer un libro y disfrute subrayarlo, reflexione al respecto, y compártalo con la familia. Encontremos pasatiempos que nos relajen y alegren el día. Invierta tiempo en investigar sobre nuevas cosas para hacer en familia.
Enseñemos a nuestros hijos e hijas a tener quietud, a contemplar, meditar, y reflexionar. Permitámonos disfrutar un diálogo interesante y una conversación amena con la familia.
Tomemos tiempo para estar a solas, ordenar las ideas, dar gracias por lo vivido y soñar con un mejor mañana. No adelantemos el tiempo, concentrémonos en vivir el presente a plenitud con la persona que ama. La mejor forma de tener una familia activa, es ser consciente de la importancia del ejercicio. Los expertos indican que los niños necesitas por lo menos una hora al día de actividad física y los adultos por lo menos treinta minutos. Todos necesitamos exponernos al sol por lo menos unos minutos al día. Si esto es importante lo ideal es vivirlo en familia. Por eso, planifique estas actividades y asígnele la prioridad necesaria. Esto no ocurre espontáneamente, se debe anticipar y programar. Por eso, fije fecha y hora en la que toda la familia esté disponible, esto nos acerca y mantiene a la familia unida. Podríamos salir a caminar, andar en bicicleta o bien una vez a la semana correr por senderos. Es importante que todos pongan en sus agendas las actividades que vamos a realizar juntos.
Un amigo me contó que ellos corren los muebles y caminan por toda la casa, cuentan chistes y ríen juntos. Dice que a los niños les gusta y que cuando llega a casa siempre se lo piden. Es la mejor forma de construir recuerdos en los niños.
Podría ser ideal inscribirnos en algún deporte que podamos practicar juntos, o bien acompañar a los niños cuando lo hacen. Estas rutinas son importantes porque nos sacan de las tareas cotidianas y nos permiten animar a nuestros hijos cuando practican su deporte favorito.
Cuando esté pasando un tiempo especial con nuestra familia, apague el celular, la televisión y cualquier dispositivo electrónico. Ese es un momento único, y se vuelve inolvidable cuando le damos toda nuestra atención. Una forma de hacer sentir importante a la otra persona es brindarle toda nuestra atención. Esto no es fácil porque hoy hemos desarrollado una dependencia excesiva del celular, pero el apagarlo nos permite pasar momentos inolvidables con los que más amamos.
No es fácil tener ideas creativas, por eso le animo a investigar sobre nuevos destinos turísticos, pregunte a sus amigos cómo lo hacen ellos con sus familias. Si realizan juntos la investigación despierta interés en toda la familia, por eso, todos deben involucrarse en la elección del lugar al que irán y en lo que harán durante esos días. Le recomiendo hacer algo nuevo cada tres meses, esto les ayuda a disfrutar más el tiempo en familia.
El otro día estábamos de vacaciones y Daniel, (mi hijo mayor) investigó sobre las actividades deportivas que habían en esa ciudad y terminamos viviendo experiencias que normalmente no habíamos hecho. Eso fue mágico, y diferente. Lo mejor de todo es que conseguimos entradas de última hora a buen precio, y esto lo hizo más emocionante, porque teníamos que tomar decisiones en ese mismo momento. Por eso le animo a que permita que sus hijos participen activamente en la planeación de lo que harán durante las vacaciones o bien el fin de semana.
Una forma de añadir variedad a los tiempos en familia es formar parte de un grupo más grande, donde otras familias también participan. Podría ser un viaje al año con los tíos y primos. De esta forma los niños comparten con sus primos. Esto es bueno porque se establece conexión con la familia extendida. También es buena idea inscribirse en algún club de aventuras, ya sean caminatas recreativas, o bien realizar paseos en bicicleta por la montaña. Participar de actividades al aire libre con otras familias nos permite ser parte de la familia grande que es la comunidad. Pasar tiempo juntos nos permite conocernos mejor, establecer vínculos fuertes y construir recuerdos que se guardan como el tesoro más grande que tenemos.